Mientras esperaba la llamada de la clínica que confirmaría (o no) el éxito de la fecundación, me puse a filosofar – o mejor, pensar en física quántica.
Este limbo de incertidumbre me hizo sentir como el gato de Schrödinger*. Por un instante, desee no saber el resultado. A final, era lo más cercano que había estado de lograr el ‘positivo’.
Sé que no existe término medio para el embarazo. O se está embarazada o no está. Sin embargo, en algunos momentos – por ejemplo, durante la beta espera – podría jurar que es potencialmente posible decir que estamos y no estamos embarazados (à la vez!)!!!
No conocer el desenlace de mis embriones permitía considerar la mejor posibilidad (si uno es positivo y ve el vaso medio lleno, por cierto). Por el contrario, si me confirmaran que ya no había nada más que esperar, se interrumpía el largo proceso y terminaba un sueño.
Hasta que no sonara el teléfono y escuchara la respuesta, dos mundos existían.
* Los más geeks sabrán a que me refiero, pero de todas formas intentaré hacer una ‘breve’ explicación:
El físico austriaco Edwin Schrödinger propuso un experimento imaginario para explicar el comportamiento raro de las partículas subatómicas (más chicas que los átomos).
La idea es poner en una caja cerrada: un gato, material radioactivo, un detector de radiación y un frasco de veneno. Hay 50% de probabilidad del material radioactivo emitir una partícula radioactiva – la cual es identificada por el detector que activa un mecanismo liberando el veneno que matará el gatito. Pero también, 50% de probabilidad de que no libere la partícula radioactiva y el gato siga vivo.
Bajo las leyes de la física quántica, las dos posibilidades podrían coexistir. O sea, el gato estaría simultáneamente vivo y muerto. Solo un factor externo (nuestra mirada) concretaría el destino del gatito.
Es de loco, no??? Seguramente, si la señora de Schrödinger hubiera tenido problemas de fertilidad, él habría propuesto otro experimento. XD